Vivir en una resi (2): Mi vecino El Drogata (II)

Cuando El Guardián fue a tocar a la puerta del Drogata, la música bajó. Pensé que la situación estaba arreglada. Pero se volvió a repetir, y volví a llamar al Guardián. Sin embargo, esta vez el pobre hombre subió y nadie le hizo ni puñetero caso, y se fue por donde había venido. No lo culpo, el pobre es mayor, yo tampoco me metería con Los Drogatas si fuese él.

Pasamos entonces al tercer estadio: monsieur le directeur. En realidad, el director de la resi es muy majete, pero impone bastante cuando te mira por encima de las gafas. Su arte de aguantarlas justo en la punta de la nariz es digno de admirar. Nunca se le caen. Pensé que si acudía a él, terminaría con esta situación de una vez por todas.

Llegados al Episodio II, os tengo que poner en el contexto de mi estado de ánimo en este punto de la historia. A estas alturas de la película yo empezaba a tener los nervios destrozados e iba a la universidad pensando en mi vecino. En lugar de pensar en le rayonnement dans l’espace de la loi pénale française me pasaba el día rumiando:

“Hoy dormiré o tendré que llamar al Guardián? Les tendré que ir a picar a la puerta otra vez? Espero que no. Menudo hijo de puta este tío, a ver si se va de la resi de una puta vez y puedo dormir. Por qué no se van a ‘casa’ de su amigo El Yonki? Que molesten a otro para variar, joder!». Si yo ya tengo tendencia a darle vueltas a las cosas, ahí tenía material para comerme la cabeza.

Con esta mala leche acumulada fui a hablar con el director. Le dije que yo no podía vivir así, que había intentado arreglarlo yo sola, pero que era imposible. Muy serio y diplomático, à la française, me dijo que se iba a encargar de ello, que lo iba a convocar, y que vous inquietez pas, mademoiselle. Durante una semana reinó el silencio, pero no duró más que eso, una semana. Si resulta desesperante para el lector un relato tan repetitivo, imaginaos para mí. La tensión llegó a su clímax durante la noche de Halloween (Episodio III).

El 31 de octubre teníamos que salir a una discoteca que hay cerca de la resi, pero no nos dejaron entrar. Entonces mis amigos se querían ir a Grands Boulevards, pero a otra chica y a mí nos daba pereza y nos volvimos para “casa”. Hacía la 1h30 llegamos a “casa” y El Drogata estaba en pleno desfase. Como de costumbre llamé al Guardián, que subió y les dijo que bajaran la música y la bajaron. Durante dos minutos. Luego la volvieron a poner, más fuerte.

Yo estaba metida en la cama, con los tapones de los oídos puestos, intentando contar ovejillas y hacer cómo si el cuarto no vibrara. De repente alguien toca a mi puerta. «Será El Guardián», pensé.

Oui? C’est qui?

Sin respuesta.

C’EST QUI?
C’est pour le bruit des voisins. («Es por el ruido de los vecinos», lo cuál no responde a la pregunta «¿quién es?»)
C’est le gardien?

Otra vez sin respuesta.

Abrí la puerta convencida de que me encontraría con El Guardián, que no me contestaba porque no me oía bien. La puerta es muy gruesa y el «BRUM BUM BRUM BUM» no facilita la comunicación.
Para mi sorpresa, El Yonki y otro amigo suyo (El del Gorrito) habían venido a visitarme, cubata en mano.

Oui? – dije yo. Esta vez era mi corazón el que hacía «BUM BUM BURRUM BUM» del susto que me llevé.

…y mañana os cuento el resto.

3 pensamientos en “Vivir en una resi (2): Mi vecino El Drogata (II)

  1. Menudo compañero te tocó y que poco se hacen respetar los que tienen que mantener el orden. Yo tenía unos vecinos que en lugar de tocar al telefonillo se chillaban por la ventana, y les daba igual que fueran las 5 de la tarde que las 3 de la madrugada. Los vecinos coñazo no tienen consideración.
    ¡Saludos!

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